Así, el
corazón y ya sin flecha
se arroja a
su lugar -donde siempre es frío o hambre-
dentro de
un vaso roto
por encima
de la sed, en otro mundo
espeja una
boca para decir
lo siempre
dicho desde el borde:
una gota
precipitándose la noche entera
habrá que
cosechar un fantasma
beberlo,
para besar
lo que
engendra y esparce
después de
haberse borrado
Noelia Palma